El G-BD lleva a cabo proyectos e iniciativas relacionadas con la conservación y estudio de las especies y los hábitats que éstas ocupan, al tiempo que trabaja en la divulgación del conjunto de los valores naturales.

LA EXTRACCIÓN DE HIDROCARBUROS MEDIANTE FRACTURA HIDRÁULICA EN EL CAMPO DE MONTIEL SUPONDRÁ EL MAYOR DESASTRE AMBIENTAL PARA LA COMARCA Y SU ENTORNO, Y UN GRAVE RIESGO PARA LA SALUD

El pasado día 20 de julio, la Dirección General de Calidad e Impacto Ambiental de Castilla-La Mancha publicaba en el DOC la aprobación de la fase de investigación para extracción de hidrocarburos con los nombres de “Esteros”, “Almorada” y “Nava”. Incluyendo los términos municipales de Alhambra, en Ciudad Real, y Viveros, Villarrobledo, Munera, Ossa de Montiel, El Bonillo, Lezuza y El Ballestero, en Albacete, afectando a una superficie de 73.430 hectáreas. Su promotor es Oil and Gas Capital, S.L.
Este proyecto, a pesar de afectar a un extenso territorio y al conjunto de sus habitantes, incomprensiblemente se ha iniciado a espaldas y sin ningún tipo de información a la ciudadanía. El interés porque no trascienda, es más grave si cabe, teniendo en cuenta las importantes consecuencias y repercusiones que tendría para la calidad de vida de la población local.

El agotamiento inminente de las reservas naturales de petróleo y gas a nivel mundial, y la continuista tendencia a depender de estos recursos con los actuales modelos energéticos, ha llevado a buscar y desarrollar técnicas para extraer otro tipo de gases (gases no convencionales) ante un contexto que dispare el precio de los hidrocarburos.  Mientras que tradicionalmente el petróleo  y el gas se extraen de “bolsas” (en realidad, rocas muy porosas que contienen estos hidrocarburos), actualmente se han desarrollado técnicas para extraer el gas contenido en los diminutos poros de otras rocas (generalmente pizarras). Estas técnicas, se vienen aplicando desde hace unas décadas sobre todo en EEUU, y se conocen como FRACTURA HIDRÁULICA o FRACKING. Aun siendo mucho menos productivas que la extracción de hidrocarburos convencionales, debido a su declive, las multinacionales del sector están realizando prospecciones en busca de estos nuevos gases en todos los continentes y a “cualquier precio”.

A grandes rasgos, la extracción mediante fractura hidráulica o fracking consiste en la perforación en vertical, atravesando capas de roca y acuíferos, hasta la de pizarra que contiene el gas y que puede encontrarse a varios kilómetros de profundidad. Posteriormente, se realizan perforaciones horizontales de entre 1-1,5 km, para más tarde, con la utilización de explosivos crear pequeñas grietas por las se inyecta agua, arena y aditivos a altas presiones para aumentar las fracturas y la permeabilidad, extrayendo junto a ellos tras ser recuperados gas y otras sustancias presentes en la roca (incluidos metales pesados y partículas radiactivas) obteniendo una parte en forma de gas (gas pizarra, gas esquisto,…) ya en la superficie, y almacenando el resto en balsas próximas a la perforación.

Previamente a la fase de explotación descrita, se ha de realizar la de investigación (fase autorizada en el Campo de Montiel), con estudios tanto a nivel superficial, incluidos los de vibrosísmica generando pequeños temblores de tierra por medio de explosiones o vibradores, como en profundidad a través de perforaciones.

Los efectos ambientales y para la salud son múltiples incluso desde la fase de investigación. Para cada perforación se necesitan unos 200.000 m3 de agua y se inyectan entre 1500 y 4000 toneladas de productos químicos. Aquí se incluyen más de 500 sustancias –no todas conocidas, puesto que el secreto de empresa les permite no desvelarlas–, siendo muchas de ellas altamente contaminantes y toxicas, con efectos cancerígenos probados, elementos mutágenos, a los que habría que sumar las propios productos nocivos de la roca, como metales pesados y partículas radiactivas, que llegarían a la superficie con el liquido retornado. Gran parte de estas sustancias se almacenarían en balsas al aire libre, pasando directamente a la atmosfera las más volátiles y con muchas probabilidades de que el resto llegara al subsuelo, contaminando con ello los acuíferos.

El elevado riesgo de contaminación subterránea se debe a la cantidad de pozos y balsas que serian necesarios, y a la facilidad de que en ellos se produjeran tanto fallos de impermeabilización como fracturas en el terreno. De esa forma, esas sustancias pasarían al agua del acuífero, quedando contaminado de por vida, como ha quedado demostrado en otros lugares, sobre todo de EEUU. Por otra parte, se estima que solo entre un 15% y un 80% del fluido inyectado es recuperado en la superficie, quedando el resto bajo tierra.  A todo esto habría que añadir la contaminación, erosión, etc., como consecuencia del tráfico constante de camiones (se estiman entre 4300 y 6600 movimientos por plataforma); el riesgo de terremotos (algunas empresas ha reconocido estar detrás de algunos seísmos en Reino Unido y EEUU); o el altísimo impacto paisajístico, entre otros muchos. Y todo esto para una vida útil de únicamente 5-6 años por pozo.

Ante la evidencia de las consecuencias tan catastróficas que han tenido lugar en muchos de los lugares donde se han llevado a cabo estas técnicas extractivas (contaminación de aguas subterráneas y superficiales, aumento de terremotos, escapes de gases, aumento de casos de cáncer, etc.); unido a la falta de informes y transparencia que asegure la inocuidad de estos métodos, ha surgido entre la ciudadanía el movimiento antifracting una vez que una parte de ésta ha tenido conciencia del mismo. Este movimiento ha llevado a que varios países, estados o regiones se hayan opuesto ya, al menos hasta tener más información, a estas actividades.  Así en EEUU, estados como los de Nueva Jersey, Nueva York o Pensilvania han realizado suspensiones temporales, y diversos municipios han aprobado prohibiciones locales. El Parlamento Europeo, en un informe de junio de 2011, “Repercusiones de la extracción de gas y petróleo de esquito en el medio ambiente y la salud humana”, da una serie de recomendaciones encaminadas a no autorizar este tipo de actividades, mientras no estén bien reguladas y evaluadas, y se hagan públicos los componentes, e indica que “los riesgos y cargas medioambientales no son compensadas por su correspondiente beneficio temporal”.  Países como Alemania, Países Bajos o Irlanda del Norte han aprobado moratorias, mientras que otros como Bulgaria y Francia han prohibido la fractura hidráulica en sus territorios.

En España la falta de información y transparencia sobre el tema por parte de los poderes públicos impide que puedan conocerse con exactitud los permisos solicitados y concedidos. Según el mapa publicado en marzo de 2012 por la Agencia Estatal de la Energía, son numerosos los permisos concedidos tanto para la fase de investigación como para la de explotación, concentrándose sobre todo en el norte (Cantabria, Álava , Burgos, Cataluña, Aragón,..) y en Andalucía.  En todos los casos, la información aportada a la población ante tan trascendentes proyectos ha sido nula. 

En resumen, de llevarse a cabo este proyecto:
-Se pondrá en claro riesgo la salud y la calidad de vida de muchas generaciones de habitantes de las comarcas afectadas (como mínimo Campo de Montiel y La Mancha).

-En el Campo de Montiel se verán alterados valores naturales de alto interés ambiental y socioeconómico como la ZEPA de El Bonillo, las Áreas de dispersión del águila imperial ibérica, la reserva Natural de los Ojos de Villaverde o el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera.
-En La Mancha será más que probable la contaminación de los acuíferos 23 y 24, viéndose con ello afectados el conjunto de la Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda y el P.N. de las Tablas de Daimiel.

Por todas estas razones, los ciudadanos y ciudadanas del Campo de Montiel y La Mancha, ante la sospechosa permisibilidad y opacidad de las autoridades, tal y como se ha hecho en otros países y otras comarcas y poblaciones de España, debemos oponernos a este atropello injustificado desde cualquier punto de vista, anteponiendo siempre nuestro futuro y el de nuestros hijos, al posible beneficio económico inmediato de unos pocos. Para ello, y coincidiendo con el día mundial contra la fractura hidráulica (22 de septiembre), se ha creado la PLATAFORMA DEL CAMPO DE MONTIEL Y LA MANCHA CONTRA LA FRACTURA HIDRÁULICA.